
-¿Ya ha palmado el que sea! -exclamó Pinturas.
-Sí- -murmuró Ricardo--. Pero ¿quién?
Tras una pausa, dijo Federico:

-De cualquier manera, malo es que haya corrido la sangre.
Es algo que no tiene arreglo. Se quiere luego lavar una sangre con otra, y lo que se consiue es agrandar la mancha. La sangre no se lava nunca.